San Lorenzo de Brindis
Predicador
Año 1619
Nació en Brindis (Italia) cerca de Nápoles.
Desde pequeño demostró tener una memoria asombrosa. Dicen que a los ocho
años repitió desde el púlpito de la Catedral un sermón escuchado a un
famoso predicador, con gran admiración de la gente.
Cuando pidió ser admitido como
religioso en los Padres Capuchinos, el superior le adevirtió que le iba a
ser muy difícil soportar aquella vida tan dura y tan austera. El joven le
preguntó: "Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?".
"Si, lo habrá", respondió el superior. "Pues eso me
basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor
a El, cuaquier padecimiento".
La facilidad de Lorenzo para aprender
idiomas y para grabarse en la memoria todo lo que leía, dejó atónitos a
sus superiores y compañeros. Prácticamente se aprendía de memoria capítulos
enteros de la S. Biblia y muchas páginas más de libros piadosos. Hablaba
seis idiomas: griego, hebreo, latín, francés, alemán e italiano.
Y su capacidad para predicar era tan
excepcional, que siendo simple seminarista, ya le fue encomendado el
predicar los 40 días de Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años
seguidos. Las gentes vibraban de emoción al oir sus sermones, y muchos se
convertían.
Un sacerdote le preguntó: "Fray
Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable
memoria?" Y él respondió: "En buena parte se debe a mi buena
memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero
la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y
cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a
hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del
cielo".
Los capuchinos nombraron a Fray Lorenzo
superior del convento y luego superior de Italia. Más tarde al constatar
las grandes cualidades que tenía para gobernar, lo nombraron superior
general de toda su comunidad en el mundo. En sus años de superiorato
recorrió muchos países visitando los conventos de sus religiosos para
animarlos a ser mejores y a trabajar mucho por el reino de Cristo. Había
días que caminaba a pie 50 kilómetros. No le asustaba desgastarse en su
salud con tal de conseguir la salvación de las almas y la extensión del
reino de Dios. La gente lo amaba porque era sumamente comprensivo y
bondadoso, y porque sus consejos hacían un gran bien. Siendo superior,
sin embargo servía a la mesa a los demás, y lavaba los platos de todos.
El Santo Padre, el Papa, lo envió a
Checoslovaquia y a Alemania a tratar de extender la religión católica en
esos países. Se fue con un buen grupo de capuchinos, y empezó a
predicar. Pero en esos días un ejército de 60 mil turcos mahometanos
invadió el país con el fin de destruir la religión, y el jefe de la
nación pidió al Padre Lorenzo que se fuera con sus capuchinos a
entusiasmar a los 18 mil católicos que salían a defender la patria y la
religión. La batalla fue terriblemente feroz. Pero San Lorenzo y sus
religiosos recorrían el campo de batalla con una cruz en alto cada uno,
gritando a los católicos: "Ánimo, estamos defendiendo nuestra santa
religión". Y la victoria fue completa. Los soldados victoriosos
exclamaban: "La batalla fue ganada por el Padre Lorenzo".
El Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él sólo más que un ejército.
El Sumo Pontífice lo envió de
delegado suyo a varios países, y siempre estuvo muy activo de nación en
nación dirigiendo su comunidad y fundando conventos, predicando contra
los protestantes y herejes, y trabajando por la paz y la conversión. Pero
lo más importante en cada uno de sus días eran las prácticas de piedad.
Durante la celebración de la Santa Misa, frecuentemente era arrebatado en
éxtasis, y su orar era de todas las horas y en todos los sitios. Por eso
es que obtuvo tan grandes frutos apostólicos.
Dormía sobre duras tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos. Ayunaba con frecuencia. Su alimento era casi siempre pan y verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buenhumpr con todos. La gente lo admiraba como un gran santo. Su meditación profunda era sobre la Muerte y Pasión de Jesucristo.
Cuando viajaba a visitar al rey de España enviado por la gente de Nápoles para pedirle que destituyera a un gobernador que estaba haciendo mucho mal, se sintió sin fuerzas y el 22 de julio de 1619, el día que cumplía sus 60 años, murió santamente. Ha sido llamado el "Doctor apostólico"
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